En esta remembranza de Fernanda Torresi creo que podríamos encajar muchos; al ambiente familiar le damos los créditos de tener la fortuna de crecer en el ambiente artístico. «Me recuerdo desde bien pequeña viendo películas musicales con mi abuela. Me quedaba totalmente maravillada con la maestría de los artistas que veía bailar en ellas. Cuando terminaban, inspirada y excitada, siempre acababa bailando sobre la mesa del comedor».
De alguna manera todos de niños jugamos con expresiones artísticas que algunos podemos conservar a lo largo de la vida, otros lo dejan allá y otros lo llevan de manera profesional a través de los escenarios o la docencia y los mas afortunados lo pueden combinar.
Ser profesional en este campo implica grandes sacrificios, ampollas, lesiones, frustraciones e inmensas alegrías; cuando se abre el telón, llega la carga de adrenalina y cuando al finalizar el público hace por medio de sus aplausos y vivas el reconocimiento a la labor.
Ya hemos hablado en una entrada anterior de los beneficios del Jazz para la salud, la danza a nivel profesional o aficionado hace grandes aportes a la salud física y mental, es una forma de expresión que utiliza el movimiento y la música para transmitir emociones, contar historias o simplemente permitirse balancear el cuerpo de una forma rítmica que armoniza la energía, genera oxitocina, estimula la memoria y genera sensación de bienestar y felicidad.
El jazz es un estilo de danza que se desarrolló en paralelo al jazz musical. Se caracteriza por su energía, fluidez y estilo sincopado. El jazz combina técnicas de ballet clásico con movimientos más libres y contemporáneos, incorporando elementos de saltos, giros, movimientos cadenciosos y divertidos.
En el mundo del espectáculo, especialmente en el ámbito del teatro musical, el jazz y la danza clásica a menudo se combinan para crear números de baile emocionantes y dinámicos. Los bailarines utilizan la técnica y la musicalidad para interpretar la música de una manera sensorial y expresiva, utilizando la improvisación y la interpretación personalizada para añadir su propio estilo al baile.
En resumen, el Jazz y el Claqué son dos formas de expresión artística que se nutren mutuamente. La música aporta la inspiración y la estructura para la danza , mientras que la danza utiliza el movimiento para interpretar y en el caso del Claqué aporta elementos de percusión de una manera única y emocionante.
Las escuelas de música y danza hacen grandes e intangibles aportes al sistema de salud física y mental. Lograr abstraerse del agite de la vida diaria, regalarse espacios para vibrar al ritmo de la música, hacer amigos con iguales aficiones, subirse a un escenario y sentir el cariño del público, ver a profesores y coreógrafos entregados a cada detalle fortalecen lazos que envuelven espíritus con lazos de felicidad,
Amigo lector del blog te invito a intentarlo, en la intimidad de tu casa, de tu ducha o mejor aún en una escuela para que percibas como la música y la danza pueden transformar tu vida.
Para finalizar y de manera inusual quiero resaltar la labor de Fernanda Torresi profesora de ballet, jazz y tap dance una mujer inspiradora, dinámica, apasionada, con pedagogía versátil, capaz de integrar en un escenario edades con rangos distantes, todos con la infinita pasión que transmite.
La filosofía de Fernanda debería ser la de todos los docentes en todas las áreas, el aprendizaje debe ser tan emocionante que se quede en cada fibra. «Cada día en mis clases, procuro mantener el espíritu de entusiasmo que mis maestros me transmitieron, impulsando y motivando a mis alumnos a que cumplan sus expectativas, siempre respetando la individualidad de cada uno de ellos, tanto si se están formando como profesionales, como si son amateurs, animándolos a que disfruten bailando con alegría y emoción».
El baile es divertido y sube el nivel de endorfinas, Mantiene en forma mi cuerpo y mueve mi energía, Relaja y serena mi mente, Es mi meditación particular porque durante ese tiempo no existe el resto del mundo. Fernanda Torresi
Este blog esta dedicado a mis hijos Sergio y Sofia, a mi hermano Jorge por hacer vibrar mi alma con su música y a mi profesor de Jazz Alex por invitarme a intentarlo.
Didáctica y alegre enseñanza. Hermosa inmersión en el mundo del jazz.
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